viernes, 28 de agosto de 2009

Criminales bizarros

La matagatos china


Los internautas chinos "cazan" a la mujer que aparecía matando un gato en un vídeo en la Red
Pekín.- Una mujer convertida estos días en la "enemiga pública número uno" de los internautas chinos, al aparecer en la red asesinando a un gato, se "entregó" tras las presiones de los blogs del país.La mujer pidió disculpas por su conducta, según ha informado el diario oficialista "China Daily".La matagatos no tendrá que enfrentarse a la justicia nacional, ya que el país, según relata hoy el "China Daily", todavía no tiene leyes concretas sobre el maltrato a animales. La mujer, cuyo nombre y paradero fueron investigados y localizados por cientos de blogs del país, se vio obligada a publicar un comunicado en la página oficial del gobierno de su pueblo, Luobei (provincia de Heilongjiang, noreste del país).En el texto, la fémina promete no volver a grabar vídeos maltratando animales.En un vídeo que apareció por primera vez en febrero en una web china llamada Crushworld (ahora no disponible) y posteriormente en páginas de internet de todo el mundo, la mujer -apellidada Wang- mata a un gato con un zapato de tacón alto.También conejos y ranasTras las múltiples denuncias, diversos periódicos y blogs del país lanzaron una operación de búsqueda y captura de la protagonista del vídeo y el cámara. Wang señaló que su reciente divorcio le ha sumido en una depresión, como justificación por su participación en este vídeo y otros en los que maltrata conejos, ranas y otros animales.Tanto ella como el cámara perdieron su trabajo después de que sus nombres aparecieran en internet.Ninguno de los dos tendrá que enfrentarse a la justicia nacional, ya que el país, según relata hoy el "China Daily", todavía no tiene leyes concretas sobre el maltrato a animales.Las denuncias del maltrado a los animales en China son numerosas. Organizaciones como PETA han denunciado el trato denigrante de perros y gatos en el país asiático debido al mercado de la piel.Por otro lado, a principios de año el diario China Daily (vía Chinochano) se hacía eco de una historia sobre un estudiante de la Universidad de Fudan que confesaba haber torturado a una treintena de gatos.

sábado, 22 de agosto de 2009

El salvaje oeste


Fotos reales de los mitos del oeste
Hechicero

Jefes indios



soldado muerto





soldado de caballeria







sherif garrett




pueblo









Linchamiento





danza del sol










pat garrett






billi el niño




Geronimo y sus apaches




general custer





















viernes, 21 de agosto de 2009

La historia de Ann Hodges

la única persona oficialmente reconocida como victima de un meteorito



La persona que mayor peligro ha corrido víctima de un meteorito, es una dueña de casa llamada Ann Hodges. Porque ella fue víctima del único impacto de meteorito contra un ser humano que se haya registrado (hasta comienzos del 2009, al menos), lo cual no es un récord para celebrar, que digamos. Nacida en 1923, en el año 1954 (superada la treintena, por ende) vivía en la ciudad de Sylacauga, en Alabama, en una casa arrendada. Cerca de la una de la tarde del 30 de Noviembre, una roca espacial de unos 30 centímetros de diámetro y unos 3 kilos de peso, perteneciente al tipo Condrita H (alta concentración de hierro, un tipo "vulgar" de meteorito porque cerca del 40% de los meteoritos lo son), perforó limpiamente el techo de la casa. Se estrelló contra un aparato de radio de madera, haciéndola lógicamente pedazos, y rebotó en dirección a la infortunada Ann Hodges, que en ese minuto estaba tomando una tranquila siesta en el sofá. Anne Hodges libró con vida del incidente, pero naturalmente que debió ser hospitalizada, en parte por las imaginables lesiones, y en parte por el shock de ser bombardeada de una manera tan poco usual (caso único en la Historia Universal, hasta donde se ha registrado, repetimos). Por supuesto que al ser un caso único, el doctor Moody Jacobs (en la foto), que trató a la paciente, se transformó así en el único médico en la historia humana (o el primero registrado, al menos) cuyo cometido ha sido curar a un paciente de una herida ocasionada por meteorito... Aún así, Ann Hodges nunca se recuperó totalmente de las secuelas psicológicas que le dejó el incidente.El meteorito originó después una curiosa batalla legal por su pertenencia. La USAF (United States Air Force) envió un helicóptero a apoderársela. Eugene Hodges, marido de Ann Hodges, contrató un abogado para recuperarla. El arrendador de la casa, por su parte, también litigó para obtener el meteorito, y así ayudarse a pagar las reparaciones de la vivienda. Después de varios pleitos legales, Ann Hodges consiguió finalmente el meteorito y, contra lo que quería su marido, lo donó a un museo. En cuanto a Ann Hodges, ella falleció en 1972, de una falla renal, manera un tanto vulgar de morirse para alguien que salvó con vida de ser golpeada por los cielos...Una ironía para rematar la anécdota. La casa estaba ubicada frente a un autocinema. ¿Su nombre? Comet Drive-in Theatre.

sábado, 15 de agosto de 2009

Libros mïticos

La biblia del diablo


El manuscrito mas grande del mundo, creado a principios del siglo XIII y escrito en latín Vulgata. Un enorme pergamino de 624 paginas y un peso de 75 kilos.Obra de un solo monje copista, un descomunal libro considerado durante mucho tiempo la octava maravilla del mundo. Para cuya elaboración se necesito la piel de 160 asnos. El códice tiene una cubierta de madera, forrada de cuero curtido blanco y con adornados de metal. Sus medidas son enormes, se necesitan 2 hombres para su traslado. Un gigantesco manuscrito medieval de casi un metro de altura y 50 cm de ancho .
Realizado por un solitario fraile en un monasterio benedictino del reino de Bohemia, en la actual República Checa. Al final de la cruenta guerra de los 30 años el Codex Gigas fue robado como botín por las tropas del general sueco Konigsmark y junto a otros objetos de arte fue trasladado a Estocolmo. Los soldados también se llevaron el Codex Argenteus del año 750, con letras de plata y oro. Ahora ambos se encuentran en Suecia.
En la pagina 290 aparece una imagen del diablo de 50 cm. La figura mas famosa que da nombre a este códice gigante. El escriba lo dibujo ricamente iluminado con tintas roja, azul, amarilla, verde y pan de oro. Las letras capitales también fueron escritas lujosamente, en las que la miniaturas llegan a ocupar páginas completas. Todo el pergamino se encuentra en un excelente estado de conservación, mostrando la increible unidad estilística con la que fue creado.

La verdadera historia del juicio a Sócrates

Uno de los juicios más famosos de todos los tiempos



En año 399 a.C. Sócrates, uno de los más famosos filósofos de todos los tiempos, fue acusado de “corromper a los jóvenes y falta de creencia en los dioses ancestrales”. Aunque en realidad, su único delito fue el de decir lo que pensaba y esto, siempre levanta ampollas incluso entre sociedades tan liberales para la época como lo era la ateniense.
Sócrates fue juzgado en Atenas, ciudad de donde era originario y a la que amaba profundamente. Su juicio se celebró al modo ateniense, que no sabría decir si era justo o no, pero en donde por encima de todo primaba la democracia.
El método para elegir jueces y jurados era complicado. Todos los años se elegían 6.000 ciudadanos (sacados de entre las 10 tribus) que debían de estar disponibles para ser miembros del jurado. A cada uno de ellos se le entregaba una pieza de bronce (pinakion) que llevaba inscrito su nombre y un sello oficial.Los jurados lo formaban un número mínimo de 201 personas aunque podía llegar a estar constituido hasta por 2.001 personas. (Ese +1 era para evitar los empates).
Pinakion con nombre y sellos.
En el caso de Sócrates, el jurado lo formaban exactamente 500 personas (ignoro porqué en este caso el número es par) que fueron seleccionados el mismo día del juicio por medio del Cleroterion.
. Los pinakion con los nombres se metían en las ranuras y luego por medio de un juego de bolas blancas y negras que se iontroducían por el embudo de la izquierda, se seleccionaban las columnas. Los nombres de esas columnas serían los miembros del jurado.
Trozos de Cleroterion encontrados en Atenas.
Esto se hacía así porque al no saberse los nombres hasta el último momento evitaba que ninguna de las partes pudiera sobornar o coaccionar a algún miembro del jurado.
Los atenienses no tenían la figura de fiscal y cualquier ciudadano podía acusar a otro (en caso de que menos del 20% del jurado votara culpable, el acusador debería pagar fuertes multas. Así se evitaban falsas acusaciones). El acusador de Sócrates fue Meleto poeta y fanático religioso quien, como dije, lo acusaba de corromper a la juventud y de impiedad (falta de creencia en los dioses) acusaciones muy serias pues se castigaban con pena de muerte. Lo peregrino de algunos diálogos del juicio, dejan claro que detrás de esas acusaciones también debían de existir razones políticas o personales contra Sócrates.
[...]Lo que has dicho, Sócrates, son sólo insinuaciones -rebate Meleto-. Defiéndete más bien de la acusación de corromper a los jóvenes.
- ¿Y cómo piensas, Meleto, que puedo corromper a los jóvenes?
- Diciéndoles que el Sol es una piedra y que la Luna está hecha de tierra – responde Meleto.
- Creo que me has confundido con otro: los jóvenes pueden leer todo eso cuando lo deseen, comprándose por una dracma los libros de Anaxágoras de Clazomene en cada esquina del ágora.
- ¡Tú no crees en los dioses! -grita Meleto, poniéndose de pie y amenazándolo con el dedo índice- ¡Tú crees sólo en los Daímones!
- ¿Y quiénes serían éstos? -pregunta Sócrates sin perder la compostura.- ¿Hijos malvados de los dioses? Así pues, afirmas que no creo en los dioses sino sólo en la existencia de los hijos de los dioses. Es como decir que creo en los hijos de los caballos, pero no en los caballos.
Clepsidras (relojes de agua). Se usaban para medir los tiempos de intervención. Se disponía de unos seis minutos por turno.
A pesar de todo, se celebró una primera votación. La votación era secreta y para eso utilizaban unas piezas circulares llamadas psephos. Cada jurado tenía dos de estas, una con la varilla central maciza (inocente) y otra hueca(culpable). Por orden, uno a uno, pasaban delante de dos urnas, en la primera debían de dejar el veredicto y en la segunda la otra pieza.Así no se sabía cual dejabas en cada urna.
Psephos usados para votar. Las varillas huecas significaba culpable.
El resultado de la votación fue el de culpable por un estrecho margen. (280 – 220) Sócrates debía morir. La conmoción en la sala es general y como era costumbre se le dice al acusado que proponga él una pena alternativa. Sócrates con cierto tono de guasa responde:
¿Una pena alternativa? ¿Y qué he hecho para merecer una pena? Durante toda la vida he descuidado mis intereses personales, mi familia y mi casa. Nunca he aspirado a mandos militares ni a honores públicos. No he participado en conjuras ni en otras formas de sedición. ¿Qué penas corresponden a quien ha hecho esto? No quisiera equivocarme, pero creo tener derecho sólo a un premio, el de ser alojado y mantenido en el Pritaneo a expensas del Estado.
Por lo visto con los atenienses bromitas las justas y un clamor de enfado invadió la sala. Sócrates trató de arreglar el desaguisado:
De acuerdo, de acuerdo, mis queridos conciudadanos: me hago cargo de que me habéis entendido mal. Algunos han tomado mi sentido de la justicia por un acto de arrogancia. Pero decidme con franqueza: ¿qué podría haber propuesto como pena? ¿La cárcel? ¿El exilio? ¿Una multa en dinero? ¿Y qué multa podría pagar yo, que nunca he enseñado por dinero? Como mucho, estaría en condiciones de ofrecer una mina de plata.
La cantidad ofrecida no debió de ser del agrado del respetable y de nuevo las palabras del filósofo fueron tomadas por otra ofensa haciendo aumentar los gritos de quienes protestaban. Finalmente se resolvió hacer otra votación y esta vez el resultado fue contundente; 360 votaron culpable y 140 inocente.
Creo que merece la pena destacar este pequeño resumen de las palabras finales de Sócrates al conocer su definitiva sentencia.
Ciudadanos atenienses , temo que hayáis asumido una gran responsabilidad ante la Polis. Era viejo, bastaba con esperar y la muerte habría llegado por sí misma, de modo natural. Actuando así no tenéis ni siquiera la seguridad de haberme castigado. ¿Sabéis por ventura qué es morir? Con seguridad, una de estas dos cosas: o un caer en la nada, o trasmigrar a otra parte. En la primera hipótesis, creedme, la muerte podría ser una gran ventaja, no más dolores, no más sufrimientos; en el segundo caso, en cambio, tendría la suerte de encontrarme con muchísimos personajes excepcionales. ¿Cuánto pagaría cada uno de vosotros por hablar cara a cara con Orfeo, con Museo, con Homero o con Hesíodo? ¿O con Palamedes y con Ayax de Telamón que murieron ambos por haber sido tratados de manera injusta? Pero ha llegado la hora de partir, yo a morir y vosotros a vivir. Quién de nosotros ha tenido mejor destino es oscuro para todos, menos para los dioses.
Fue llevado a la cárcel donde sería ejecutado a la mañana siguiente por medio de cicuta.
Prisión en el ágora de Atenas. Posiblemente en la que fue encerrado Sócrates y donde murió.
Sus amigos sobornaron a los guardias y le prepararon la huida pero él se negó pues parecería más culpable además de que, según dijo, no sería capaz de vivir lejos de su querida Atenas. Su última noche la pasó acompañado de sus buenos amigos entre los que se encontraba Platón.
La muerte de Sócrates, por Jacques-Louis David
Cuentan que esa noche Sócrates se empeñó en aprender una complicada melodía para tocar con la flauta. Sus amigos se lo recriminaban y le decían que para qué iba a perder su última noche de vida en algo tan complicado. Sócrates muy serio les contestó:
¿Para que va a ser? Para aprenderla antes de morir.

posible lugar de encierro y muerte de Sócrates

fuente. historias con historia

Los brujos reductores de penes congoleños

los brujos dejaban los penes de sus victimas "iñi piñi"


La Policía de Kinshasha, la capital de la República Democrática del Congo, ha detenido a trece personas acusadas de utilizar la brujería para "hacer desaparecer o empequeñecer" el pene de varias víctimas, según la BBC.La noticia saltó en los programas de televisión locales, en los que se advertía a los hombres de que tuvieran cuidado al utilizar los taxis comunales. Al parecer, los brujos simplemente les tocaban los genitales y estos desaparecían o se hacían más pequeños.No importaba si era una leyenda urbana o realmente magia negra, el caso es que los rumores desataron una ola de pánico y la Policía detuvo a trece personas. Hace diez años, en Ghana, doce sospechosos este mismo tipo de brujería fueron asesinados por multitudes enfurecidas.

Los hombres del Congo andan haciendo "patos yáñez" casi todo el rato y no porque quieran garabatear a alguien, sino para protejer su miembro viril.Luego de una investigación de la policía congoleña, 13 chamanes fueron imputados por el cargo de hacer desaparecer o encoger los penes de 27 hombres.Según las víctimas, el insólito robo de virilidad se llevó a cabo en buses y trenes del Congo.Un hechicero se sentaba al lado de su víctima, y mediante una macumba y una pasadita de mano a la altura genital, el pene se le achurrascaba y quedaba bueno para nada.La terrible brujería quedó al descubierto debido a los múltiples llamados a las radios de las propias víctimas y sus tristes esposas que ahora no tienen cómo pasar las frías noches congoleñas."Parece una broma pero las víctimas realmente dicen que sus penes se enogieron, así que les aconsejo que vayan a sus casas y lo prueben en acción", dijo Jean Dieudonne Olegko, jefe de la policía congoleña y que investiga este raro caso de chamanismo.Un vendedor de tarjetas telefónicas que labura cerca de la estación de policía, confirmó que los congoleños quedan "iñi piñi"."Es verdad. Ayer vi a una de las víctimas y confirmé que la cosa" le quedó chiquitita", dijo Alain Kalala con asombro.

La última gran actuación de Sara Bernhardt

Después de haber estado más de cincuenta años semi retirada, anciana, mutilada de una pierna y protagonizando un papel de una joven, el público esperaba la aparición de la antigua diva para ridiculizarla pero asistieron a una especie de milagro.



Antes de la Garbo y antes de cualquiera de las grandes divas de Hollywood existieron otro tipo de divas. El teatro también tuvo nombres que resonaron en todas las carteleras del mundo y sus historias son incluso más apasionantes que las de los los seres de celuloide y luz que ahora estamos acostumbrados a seguir.Una de las más grandes actrices de esta época fue Sarah Bernhardt, tan grande como su fama fue su propia personalidad. Todo en ella era excesivo, su estilo teatral, ampuloso y dramático, eran famosas sus escenas de muerte, como su propia historia. Mark Twain dijo una vez que había cinco clases de actrices: “las buenas, las malas, las regulares, las grandes actrices y... Sarah Bernhardt”.

Toda su vida fue teatral y excesiva. Solía viajar acompañada de diversidad de animales, perros, gatos, pájaros, tortugas, monos e incluso leopardos, leones y caimanes, y tenía una obsesión con la muerte, tema sobre el que muchas veces recaería morbosamente visitando el depósito de cadáveres y durmiendo en ataúdes. A los 72 años le fue amputada la pierna izquierda pero no por eso dejó de actuar.

Su última memorable actuación.
A los 78 años y habiéndose retirado del teatro recibió la oferta para trabajar en la obra Athalie del dramaturgo francés del siglo XVII Racine (Jean Root). Sarah Bernhardt había trabajado en esa obra con un papel secundario más de cincuenta años atrás así que no rechazó la oferta para realizar su gran regreso.Athalie es la joven viuda del rey de Judea. A la muerte de su esposo esta empieza a controlar el reino con puño de yerro intentando borrar los recuerdos de la familia real ya antigua y decrépita. Renuncia al judaísmo y hace que el pueblo adore a Baal, antiguo y poderoso dios. La obra de teatro, de inspiración en las tragedias griegas, cuenta la trama del máximo sacerdote judío para destronar a Athalie y subir al trono al hijo de esta Joas y de esta manera regresar a la religión verdadera. En el quinto y último acto Athelie es perseguida por un grupo de rebeldes hasta el templo. Acorralada en el templo del que renegó Athalie tiene que rendirse y ceder el trono a su hijo. El máximo sacerdote judío saca a la joven del templo para entregarla al pueblo, en cuyas manos muere.Como la muchedumbre furiosa en la puerta del templo, los nombres y rostros más importantes de parís esperan a Sarah Bernhardt en las primeras filas del teatro para descuartizar a la vieja actriz que debería haberse retirado hace ya demasiados años.En cuanto se abre el telón y aparece una anciana, con una pierna artificial, metida en los ropajes de una joven judía y cargada en un palanquin dorado por cuatro esclavos, se hace el silencio. Por unos segundos el ambiente del teatro se vuelve gélido, expectante a las primeras palabras de la gran actriz. De pronto una voz poderosa, pero al mismo tiempo juvenil, rompe el hechizo y la obra da inicio. Durante toda los cinco actos la muchedumbre que pretendía atacar a Sarah Bernhardt se queda expectante del futuro que le depara a Athelie, la joven viuda del rey de Judea. La persona que ahora tienen al frente ya no es una anciana con un pie falso y demasiadas arrugas alrededor de los ojos, ahora es una joven que intentó encaminar a su pueblo por el camino que creía correcto y que ahora está en el templo, acorralada y sospechando su propia muerte. Su poder de actuación la ha rejuvenecido convirtiéndola a los ojos del público en otra persona. Cuando encuentra su fin en las garras del pueblo furioso por la traición, el corazón en vilo de toda la sala sufre con aquella mujer, y cuando se cierra el telón y desde su abismo de terciopelo vuelve a surgir de nuevo Sarah Bernhardt, todo el teatro estalla en aplausos reconociendo una vez más la grandeza de la más grande actriz de todos los tiempos. Un periodista que asistió a la obra dijo: "Her languid beauty seems not the least marred in these passing years. Hers is still the 'golden voice'." (Su lánguida belleca parece no haber disminuido en todos estos años. Ella es todavía la voz dorada)Un año después morirá por un fallo hepático y el teatro será relegado definitivamente a un segundo plano por el cinematógrafo. Mientras que eso ocurre ya empieza a llegar noticias del éxito en su Suecia natal las películas de la gran estrella de 18 años: Greta Garbo.


Historia mundial del fracaso

El salón de los rechazados o todo fracaso es casi simpre relativo


El Salon des Refusés, (Salón de los Rechazados) es, en términos generales, una exposición de las obras rechazadas por el jurado del dalón de París oficial, aunque el término se usa normalmente para referirse al concreto Salon des Refusés de 1863En los años 1830, las galerías de arte de París ya montaban exposiciones privadas a pequeña escala de las obras rechazadas por los jurados del Salón. El evento clamoroso de 1863 fue de hecho patrocinado por el gobierno francés. Ese año, los artistas protestaron porque el jurado del Salón había rechazado más de 3.000 obras, mucho más de lo normal. "Deseando que el público juzgue la legitimidad de estas quejas", dijo una nota oficial, el emperador Napoleón III decretó que los artistas rechazados podían exponer sus obras en un anexo al Salón oficial. Muchos críticos, y el público, ridiculizaron a los rechazados (refusés), que incluían pinturas tan famosas como el desayuno sobre la hierba de Édouard Manet y la obra de James McNeill Whistler Chica de blanco. Pero la atención de la crítica también legitimó la emergente vanguardia pictórica. Animados por Manet, los impresionistas expusieron sus obras con éxito fuera del Salón a partir de 1874. Se organizaron otros Salons des Refusés en París en 1874, 1875 y 1886 momento en el que el prestigio y la influencia del Salón de París había decaído.
Émile Zola incorporó un relato novelado del escándalo de 1863 en su novela La obra (1886).
Actualmente, y por extensión, salon des refusés se refiere a cualquier exposición de obras rechazadas por el jurado de una muestra artística.

viernes, 14 de agosto de 2009

El gran telepredicador

La tragicómica vida de Jim barker

El caso más famoso de telepredicador américano es el del reverendo Jim Bakker,encarcelado por estafa a finales de los 80. Bakker era un paranoico que llegaba a amenazar desde su canal de televisión con su suicidio y el fin de su ministerio y casi del mundo si no lograba reunir X millones de dólares en donativos en un plazo estipulado... y los reunía; un megalómano que montó una especie de Disneylandia religiosa llamada Heritage Park y que se tiraba a acólitas, acólitos y a todo bicho viviente mientras respirara. Una joya...El principio del fin llegó con unas fiscales de su organización Praise The Lord motivadas por la aparición en el Play Boy de una chica, Jessica Hahn, que afirmó haber recibido un cuarto de millón de dólares por acostarse regularmente con el reverendo. Jessica aprovechó la coyuntura y aparte de declarar posó en pelota para la revista. A eso se añadieron extraños overbookings en el Heritage Park, al que se accedía mediante donaciones... El principio del fin. El juicio fue puro delirio: desmayos, alucinaciones, Bakker montando números. Bakker en prisión. Ese ángel caído recaudó durante los años de su ministerio millones y millones de dólares. La pregunta del millón: ¿Cómo alguien tragaba los rollos de un farsante como él?
respuesta: la televisión




el telepredicador detenido.



Jim Bakker conoció a Tammy Faye en el Bibble College de Minenapolis y se casaron en 1961. Bajo la tutela de unos de los decanos de la teletien... digo teleprédica, Pat Roberston (cruzado contra el juego al que se pillo invirtiendo en caballos de carreras, por cierto), iniciaron una prometedora carrera de salvadores mediáticos de almas y a mediados de los 70s crearon el Show evangelista "Praise the Lord". La pareja era una bomba de la teleprédica: él sermoneaba con la labia del poseído y ella cantaba gospel blanco mientras posaba a su lado con la sonriente felicidad del sueño americano. Las siglas del programa dieron origen a The PTL Club, primero nombre oficial de su congregación evangélico capitalista y más tarde a todo un Network exclusivo, usease, una cadena televisiva. A principios de los 80 compran unos terrenitos en Fort Mill (Carolina del Sur) y construyen con donativos el parque temático cristiano The Heritage USA, del que les hablaré más adelante. Entre 1984 y 1987 los Bakker ganan mucha mucha pasta, cosa que les permite adquirir una mansión en Palm Springs, terrenitos diversos por California (incluyendo cuatro mansiones más), un Rolls Royce con chófer para sus desplazamientos, un jet privado y hasta un satélite que les permitiera llegar las 24 horas del día a todos los hogares estadounidenses su exitoso network evangelista. El escándalo de la secretaria playmate (voy a ello de inmediato) puso en alerta a las autoridades fiscales y se descubría el fraude del parque temático. Según un párrafo de New Yorker que consta en la entrada de Bakker en la wikipedia "personificaron los excesos de los años 80: la avaricia, la pasión por el dispendio ostentoso y el descaro". Entre el gusto por la pompa kistch destaca aire acondicionado para la caseta del perro, aseos bañados en oro o pastelitos de canela para perfurmar los aposentos de sus mansiones.

En plena orgía de dispendio, Jim Bakker contrata a Jessica Hahn como secretaria personal. Una jamona de neumáticos estándares usacas. En diciembre de 1980, según declaró la Jessi en el Playboy, fue drogada y violada por Jim Bakker y el reverendo John Wesley Fletcher. Cuando la chica empezó a amenazar con hacer públicos los hechos, Jimmy y John le entregaron 265.000 dólares en efectivo. Un polvo a todas luces caro, aunque la pasión del momento es lo que tiene, que uno echa palante enajenado de líbido. El dinero no sirvió de mucho porque la Jessy lo explicaba (y lo enseñaba) todo en el Playboy de noviembre de 1987. Y como el dinero era negro y turbio, el gobierno federal comenzó a tirar del hilo del parque temático, del derroche y del vacio impositivo. Empezaba la caída en desgracia del telepredicador. La Jessi, por su parte, regresa como playmate de septiembre de 1988 (en pleno juicio) e inicia una breve carrera de secundaria televisiva que tuvo como punto álgido su aparición en la sitcom Married... with Children (Matrimonio con hijos), donde conoció a Ron Leavitt, creador de la serie con quien sigue felizmente emparejada en la actualidad, suponemos que respuesta del disgusto.





El gran sueño de Jimmy y Tammy fue la idea de un parque temático cristiano. Algo tan norteamericano como la triple cheese burguer de libra y media llevado más allá, a terrenos de un kistch evangelista jamás visto. El parque temático cristiano. Disfrute usted de un maravilloso fin de semana con toda su familia y gáne para sí y para los suyos el cielo eterno bajando por el tobogán acuático. Entre 1984 y 1987 el Heritage fue, agárrense, el tercer parque temático de los USA en volumen de negocio, con más de seis millones de visitantes al año. Ahí es nada. La Sociedad Borderline llevado a su máximo esplendor. Pero ahí estaba la trampa que llevó a Bakker a prisión: los visitantes no pagaban una entrada sino que ofrecían un donativo... exento de impuestos. También se financiaba con la venta de participaciones en régimen de multipropiedad. El problema es que Bakker y Tammy empleaban las cuantiosas ganancias en derroche genuinamente americano... y en sobornar a la Jessy para que callara. No sólo eso, la multipropiedad era un timo: se troceó de manera infinitesimal, por lo que los incautos creyentes pagaban x dólares del paraíso temático pero lo que adquirían valía muchísimo menos. Cuando Jimmy Bakker sospechó que el escándalo sexual estaba a punto de estallar, dimitió como líder del PTL Club y cedió la gestión del parque y de su iglesia al reverendo Jerry Falwell, sí sí, el difunto del otro día clave en la actual era Bush. Falwell se hizo la célebre foto en el tobogán acuático, considerada una de las 100 fotos de la América siglo XX según Associated Press, para intentar reflotar el parque con su presencia; básicamente: prometió lanzarse por el llamado Thypoon con su traje de sermonear de los domingos si mil personas donaban mil dólares. Lo consiguió pero no evitó la bancarrota pese a repetir la hazaña unos meses más tarde. El parque fue pasando de manos, algunas laicas e incluso tan impuras como una multinacional malaya, pero dejó de funcionar.




Y qué ha sido de todos ellos 20 años más tarde . La Jessy, ya lo he dicho, feliz en su retiro matrimonial. Los Bakker se divorciaron en 1992. Jim fue condenado a 45 años, luego se lo rebajaron a 18 y acabó saliendo a la calle en 1993. Tan sólo cinco años. Se casó de nuevo e inició una carrera de constricción mediática con varios libros en su haber, el más famoso I Was Wrong, en el que pedía perdón por todo. Desde el 2003 presenta y dirige The New Jim Bakker Show para una cadena de televisión de Missuri, donde llama semanalmente a orar mientras se golpea el pecho y dice lo malo que fue y como el Altísimo le iluminó por fin. Tammy Faye, estrella local del country and gospel, fue paseando sus penas por los platós televisivos, protagonizó un documental que se vio en Sundance (The Eyes of Tammy Faye), grabó unos cuantos discos y disfruta, en la actualidad, de un envidiable estatus de diva de la comunidad gay norteamericana y no le importa mezclarse con pecadores y acudir a inauguraciones de discotecas de ambiente. Tammy y Jimmy tuvieron un par de hijos. Jay Bakker se hizo punkrockero y pasó la adolescencia tóxica de rigor. En la actualidad también ha visto la luz sin abandonar el hábito del piercing y el tatuaje, declarando públicamente su condición de punk bajo mandato divino. De la niña nada se sabe, aunque curioseando por ahí he descubierto a otra Tammy Faye más joven que pretende abrirse camino en el mundo del country guarro y ruidista. No creo que sea la hija, y es una pena porque como remate, a la luz de las fotos que les dejo ahí abajo, sería ya la rehostia. Sirva, eso sí, para dar constancia del eco que esta historia tuvo en los hijos del rock'n'roll: Suicidal Tendencies, Metallica, Anthrax o NOFX son algunas de las bandas que han hecho mención a las aventuras de Jim Bakker en sus canciones.








Fuente: blog ausente




mundo infantil

El niño salvaje Cau cau





Agosto de 1948. Llanquihue, Décima Región, en la Patagonia chilena. Los asustados vecinos de Puerto Varas solicitan la intervención de los carabineros: “Hacía varios días que los lugareños notaban una extraña presencia: alguien, o algo, andaba merodeando en los potreros, mamando de las vacas y robando huevos de los gallineros. Tenían miedo. Rodeados de leyendas indígenas que hablaban de criaturas terroríficas, creyeron que se trataba de una especie de monstruo. Porque, además, cuando caía la noche, se escuchaba un inquietante aullido”.
Se organiza una batida con perros de caza, a cargo del teniente José Elías Fuentealba y en poco tiempo se encuentra al intruso: un ser cubierto de pelos, piel llena de cicatrices y callosidades, que andaba a gatas, aullaba y emitía un sonido que parecía “cau-cau”. Era un niño de unos 8 años de edad que fue enviado a la cárcel pública de Puerto Varas.
El pobre niño estaba asustado y ponía los ojos en blanco. Parecía un oligofrénico por lo que pronto fue enviado al Hospicio de Santiago en donde fue estudiado y se determinó que su atraso era debido a la mala utilización de un forceps durante el parto. Poseía unas habilidades peculiares: podía ver en la oscuridad, tenía una gran fuerza y su sentido del olfato estaba muy desarrollado: lograba distinguir el olor de la carroña a kilómetros de distancia.
Al parecer provenía de alguna familia indígena de la región de Llanquihue. Vicente (que así lo bautizaron) recordaría que sus padres eran alcohólicos y se ocupaban muy poco de sus hijos. Vicente se fue alejando poco a poco de la casa hasta abandonarla por completo siendo todavía muy niño, tal vez unos 3 o 4 años.
En el bosque, al interior de Osorno, Vicente se alimentaba de raíces y plantas. Desarrolló una gran fuerza y su cuerpo se cubrió de un vello espeso y de múltiples cicatrices y callosidades. Dicen que vivió con una puma que lo amamantó y cuidó durante 7 u 8 años, pero de esa parte de su vida nada está claro.
Luego de ser capturado por los carabineros, Cau Cau se convirtió en un imán para la prensa, pero luego fue olvidado. Pasó dos años en el Hospicio de Santiago. Por las noches se ponía a gatas y comenzaba a aullar.
Del hospicio lo rescató una profesora de castellano y especialista en lenguaje, de Villa Alemana, llamada Berta Riquelme, cuando ya tenía 12 años. “Mamá Berta”, como la llamaba Vicente, le dio el cariño que nunca tuvo y le enseñó a hablar, leer y escribir. También le dio un hogar, le enseñó a comer, pues tomaba los alimentos crudos y sin usar las manos, a caminar erguido y a asearse.
Por ese entonces comenzó a coleccionar calcetines, corbatas y botones. También fue estudiado por varios de los principales doctores chilenos: Armando Roa, Gustavo Vila (cuñado de Berta) y la doctora Capdeville.
Esta etapa no duró mucho. En 1965 Berta Riquelme falleció dejando nuevamente desamparado a Vicente. A sus 25 años se pasaba todas las tardes en el cementerio regando la tumba de su madre adoptiva para que pudiera salir y estar nuevamente con él. Luego se obsesionó con la muerte. No es que le temiera. Lo que le daba miedo era que lo fueran a cortar en pedazos para luego tirarlo al mar. Si moría, se quería quedar al lado de Berta: “En el cementerio sí, al lado de mamá Berta”.
La hermana de Berta se hizo cargo de Vicente y lo llevó a vivir a Santiago. Ahí trabajó de acomodador de autos. Ahí también se reunió con Cristian Vila Riquelme, el sobrino de Berta al que había visto nacer y que paseaba cuando era “guagua”. Cristian llegaría a escribir su vida en una novela titulada Crónicas del niño lobo.
Con el tiempo Vicente se fue a vivir a Horcón y luego a Campiche en donde trabajó con la señora Irma que por ese entonces lo había acogido en su casa. La primera vez que estuvo en Horcón fue en 1957 cuando fue a la casa de verano de los Vila.
En 1973 se hizo presente un medio hermano de Vicente, pero su relación se mantuvo con visitas que se fueron distanciando cada vez más en el tiempo.
Al paso de los años, Vicente fue perdiendo varias de sus características salvajes. Lo primero fue el espeso vello que le cubría casi todo el cuerpo, luego fue el olfato y la visión nocturna.
Dicen que la famosa playa de Cau Cau le debe su nombre a Vicente.

Grandes inventos de la humanidad

La máquina conservadora de cadaveres


El Dr. Varlot, cirujano de uno de los más importantes hospitales de Paris, ha puesto a punto un método para recubrir con una capa metálica el cuerpo de una persona fallecida con el fin de conservarlo intacto para la eternidad. El grabado muestra como se procede con el cadáver de un niño. Para convertir el cuerpo en un elemento conductor primeramente se pulveriza con nitrato de plata.Seguidamente, para poder liberar la plata de la solución, se introduce el cuerpo en una campana de cristal de donde el aire ha sido extraído. A continuación se expone a vapores de fósforo blanco mezclados con sulfuro de carbono. Una vez convertido el cadáver en un elemento conductor, se sumerge en un baño galvánico de sulfato de cobre de tal manera que una capa de un milímetro de espesor de cobre metálico se deposita en la piel.Al final nos encontramos con un cadáver de extraordinario color brillante con tono cobre rojizo, una excepcional solidez y con una duración garantizada.Extraído de una revista científica francesa .
fuente: el blog ausente

La increible historia del teniente Onoda

el joven teneiente japonés


Onoda era teniente segundo y entrenado como oficial de inteligencia para el ejèrcito japonès en la Segunda Guerra Mundial, y se rindió recièn en 1974 (luego de casi 30 años del tèrmino de la guerra) debido a que no había recibido la orden de hacerlo por estar todo ese tiempo en la jungla. Onoda no quiso rendirse hasta que el mismo oficial que le diò la orden de quedarse en el campamento de la jungla filipina, le revocara la orden.En 1949, Akatsu, uno de los pocos hombres sobrevivientes de la II Guerra Mundial que estaban luchando en las junglas de las islas del Océano Pacífico, y no informados de la terminación de la Guerra, salió de la jungla de la isla de Lubang, las Filipinas y se rindió a las tropas filipinas. El informó de otros 3 soldados más en la jungla que estaban continuando la guerra, sin ser informados de la terminación de la Segunda Guerra Mundial.Varios intentos de persuadirles a salir de la jungla fracasaron. En 1952, el reportero famoso Asahi Shinbun, gritó en la jungla durante muchos días " La guerra ya está terminada. Salgan de la jungla por favor. "Otro de los soldados del cuerpo, el cabo Shimada murió el 7 de mayo de 1954, abatido en una escaramuza con una tropa filipina. El 19 de octubre de 1972, el militar llamado Kozuka fué alcanzado en el pecho por una bala y murió.Después de que murieron 2 soldados más en la jungla, el teniente segundo, Hiro Onoda, era el único sobreviviente militar japonés en la isla. Entre 1972-73, el gobierno japonés envió delegaciones compuestas por el padre y el hermano del militar. En la jungla, distribuyeron muchos folletos, libros, periódicos y cartas escritas por su padre de su puño y letra dirigidas a su hijo en la jungla.El padre de Onoda viajò a Lubang con una delegaciòn japonesa para intentar convencer a Onoda que la guerra habìa acabado y que regrese a casa.El pensó que todo era complot de los enemigos, porque los miembros de las delegaciones estaban acompañados siempre de los soldados filipinos.En 1973, un joven japonés llamado Norio Suzuki vino a la isla a buscar al soldado japonés. El encontró finalmente al militar. El muchacho dijo "Soy japonés. ¿Ud. es Sr. Onoda?" El militar japonés contesta "Sí, soy Onoda".El militar preguntó : "¿Es Ud. de parte del gobierno japonés?, "No, soy solo un turista". El joven le dice "La guerra ha terminado. ¿No quiere volver a Japón conmigo? ¿No quiere ver los cerezos lindos de la patria?""!No ! no puedo volver a Japón!. Ud. no lo comprende. No he recibido ordenes en tal sentido. La guerra no ha concluido para mí. Si Ud. quiere que yo vuelva a Japón, tráigame la orden ! Pero, tiene que ser una orden formal de parte de las autoridades encargadas."Como un buen oficial de inteligencia, el militar estaba al corriente de lo que había ocurrido durante 30 años en Japón. El joven Suzuki, estupefacto, le pregunta: ¿Cómo se ha enterado de todo eso? “Tengo una radio de transistores”. Norio Suzuki y Hiro Onoda en Febrero de 1974 en la isla de Lubang, antes que el se decida a rendirse. Suzuki sostiene su rifle.Cuando el militar japonés estaba en Japón, no se fabricaban radios portátiles a transistores en Japón ni en ningún país. En diciembre de 1954, the Regency Division of Industrial Developement Engineering associates de Estados Unidos, lanzó las primeras radios a transistores al mercado norteamericano.Compraban para sus radios los transistores fabricados por Texas Instruments. Sony quería ser el primer fabricante de radios a transistores pero en aquel entonces, era un fabricante pequeño que carecía de fondos.Sony era un fabricante desconocido y se llamaba Tokyo Telecomunication Industry. La Western Electric tenía la patente del transistor. La Tokyo Telecomunication Industry compró la patente de la producción del transistor, pero no pudo comprar el know-how de la producción de los transistores. Hizo varias pruebas fracasadas en fabricar los transistores y en agosto de 1955, lanzó al mercado las primeras radios a transistores en Japón. Era el único fabricante del mundo de ambas cosas, las radios a transistores y sus componentes eléctricos, los transistores.Muchos fabricantes japoneses comenzaron a fabricar radios portátiles a transistores, que llegaron a conquistar los mercados del mundo. Durante unas décadas, las radios a transistores eran unos de los artículos más importantes de la exportación de Japón. Dicen que un presidente de un país europeo insultó a los japoneses, diciendo; "Los Japoneses son los vendedores de las radios a transistores, y poco más.El militar Onoda estudiò en la Escuela de Nakano para actividades de inteligencia la telecomunicación y la electricidad que eran los currículos que se enseñaban en la Escuela, pero no le enseñaron nada de la radio a transistores ya que no existían.Un día, el entró en una casa de los isleños, y robó una radio de transistores. Tenía un buen stock de las pilas secas.Cuando ya estando de vuelta en Japón, un periodista de la televisión le preguntó: ¿Ud. podría creerlo, cuando escuchó la noticia de los trenes bala del ferrocarril introducidos en 1965? El contestó : "Yo no lo dudaba. La tecnología avanza. El Japón ya tenía los trenes "Asia-go" en Manchuria antes de la Segunda Guerra Mundial".Onoda, también contestó al periodista sobre otra pregunta: "¿Comprendía Ud. Como era un televisor?"Yo lo comprendía perfectamente. En el año 3 de la Era de Showa, el profesor Takayanagi Kenjiroo tuvo éxito en un experimento de televisión en Tokio."Las imágenes del televisor del profesor Takayanagi no se movían. Pero, el militar creía que la tecnología avanzaría. También, en 1930, la NHK (Japan Broadcasting Society) hizo un experimento exitoso de la televisión en colaboración con la Universidad de Waseda.Onoda en 1996El oficial de Inteligencia Onada era un ninja moderno del siglo 20. Estando en la jungla de la isla de Lupang, él estaba al corriente de todo lo que ocurría en Japón. Creía firmemente que el soldado debe ser fiel a la orden. A él, se habían dado 2 ordenes. Permanecer en la isla para obtener la información de los enemigos. Permanecer en la isla y continuar guerrillas dirigiendo una banda, hasta que vinieran las tropas japonesas de socorro. El sub-teniente Onoda fue fiel a las ordenes en la jungla de Lubang durante 30 años.El gobierno de Japón mandó una vez más la delegación con el señor Taniguchi que había sido su comandante en las Islas Filipinas. En el medio de la jungla, el señor Taniguchi le dió la orden oficial al sub-teniente Onada de finalizar las operaciones y le notificó la anulación de la orden que le habían dado durante la guerra. Así, terminó 30 años de su guerra en la jungla.El tuvo que ver al presidente de la República Filipina Fernando E. Marcos en el Palacio Presidencial. El presidente quería ver al militar japonés tal como había sido encontrado en la jungla, sin estar afeitado y en sus ropas actuales. El Secreto de Zara. El sub teniente pidió al presidente disculpas por todo lo que él había causado a los filipinos. Ademàs entregó al presidente, con un saludo militar, su espada como una señal de su rendición. El presidente la recibió pero se la devolvió al militar japonés.Entregando su espada al presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos el 10 de Marzo de 1975. Marcos le retornò su espada.El 12 de marzo de 1974, Onoda llegó al aeropuerto de Narita, Japón. En abril del mismo año, él pudo ver los cerezos bonitos en Kainan, de su tierra natal, en Wakayama.A la edad de 54 años, él se casó con Machie, una mujer de 38 años culta y educada. Onoda tenìa 24 años cuando le dieron la orden de permanecer en la jungla. Habìa pasado cerca de 30 años allì. Casi 30 años perdidos de su vida en una guerra ya ficticia, hace mucho acabada.El emperador y el primer ministro querían verle pronto, pero él visitó antes de todo a las tumbas de sus compañeros muertos. El gobierno de Japón le pagó 1,000,000 de Yen para compensar 30 años de sus servicios para la patria en la jungla. El donó toda la cantidad recibida al Templo de Yasukuni para la paz de los caídos en las guerras. Tambien lanzò su autobiografìa: "No Surrender: My Thirty-Year War", en el cual detalla su vida como guerrillero en una guerra ya hace mucho tiempo acabada. Despues de su rendiciòn, Onoda reportò muchas veces ser infeliz con toda la atenciòn prestada hacia èl, tambien le desanimò como habìan cambiado las virtudes japonesas de patriotismo. Fue entonces que en Abril de 1975, siguiò los pasos de su hermano y fue a radicar a Brasil, asumiendo un rol en la comunidad local japonesa.En 1980, despues de leer que un adolescente japonès habìa asesinado a sus padres, Onoda retornò al Japòn, ya en 1984 y estableciò el Onoda Shizen Juku ("Onoda Escuela Natural") campamento educacional parala gente joven, la cual, tiene diferentes locaciones en Japòn.Onoda volviò a visitar la isla de Lubang en 1996, donando $10,000 para la escuela local de Lubang. Su esposa, Machie Onoda, se convirtiò en la lìder de la conservadora Asociaciòn de Mujeres Japonesas en el 2006. Onoda pasa 3 meses al año en Brasil.

martes, 11 de agosto de 2009

grandes momentos de la historia

La despedida de stevenson y los nativos de las islas Gilbert



cuenta Robert Louis Stevenson (Cuentos de los mares del sur) lo que le ocurrió la mañana en que, tras haberse despedido de los indígenas de una de las islas Gilbert, se vio obligado por falta de viento a esperar tres días en el pequeño puerto de la isla. Durante esos tres días, los indígenas permanecieron escondidos detrás de los árboles y no dieron señales de vida, porque los saludos de despedida ya habían tenido lugar y volver a despedirse les parecía increiblemente vergonzoso.

Como ser un buen boy scout

Repasamos para todos los pequeños aspirantes a boy scout las leyes y la promesa original del grupo formado hace más de cien años.


Antes de ser scout, el joven debe formular su promesa scout, así:
Por mi honor prometo :
Hacer cuanto de mí dependa para cumplir mis deberes con Dios y la Reina.
Ayudar a los otros, sin importar el sacrificio propio.
Conocer la Ley Scout y obedecerla.
Mientras formula su promesa scout el joven de pie, levanta su mano derecha hasta la altura del hombro, con la palma hacia el frente, los tres dedos centrales extendidos y el pulgar sobre el dedo meñique:---Este es el saludo del scout y su seña secreta.

Los puntos de la ley son:
El Scout es honorable y confiable.
El Scout es leal para con su Rey, su País, sus maestros, sus padres, sus empleados y subordinados.
El deber del Scout es ser útil en ayudar a los demás.
El deber del Scout es ser amigo de todos y hermano de todo scout no importando el país, la clase y la religion a la que pueda pertenecer.
El Scout es cortés.
El Scout es amigo de los animales.
El Scout obedece las órdenes de sus padres, Guías o Scout sin cuestionar.
El Scout sonrie y silba en sus dificultades.
El Scout es económico.
El Scout es puro en pensamiento, palabra y acciones.

Criminologia

Los narcosatánicos


Hace ya algunos años fue muy sonado el caso de un grupo de narcotraficantes pertenecientes a una secta que realizaba rituales satánicos, todo con el objeto de obtener mas "poder". Tal vez el miembro mas conocido sea Sara Villareal Aldrete, "la narcosatanica". Pero ella no era la principal, tan solo fue una de las sobrevivientes.
Desde el rancho Santa Elena, ubicado en Matamoros, Adolfo de Jesús Constanzo y su banda transportaban semanalmente una tonelada de marihuana al país vecino, pero esta era solo una de sus facetas.
En 1989 fueron acusados de asesinar a más de una docena de personas durante la práctica de un ritual afroamericano conocido como Palo Mayombe. Constanzo y su grupo habían convertido el rancho en una verdadera casita de los horror.El 9 de abril de ese mismo año, David Serna Valdez, uno de los miembros de la secta, conducía su camioneta rumbo a Reynosa cuando fue detenido por un reten para una inspección de rutina. Serna Valdez es arrestado al encontrar marihuana y una pistola calibre 38 dentro del automovil. Después de un largo e intenso interrogatorio, acepta sus vínculos con el narco, de donde, a donde y como transportaban la droga. Pero no solo eso, también habló sobre los rituales "satanicos" que se llevaban a cabo dentro del rancho.La policía no cree mucho, pero al tener la información sobre las drogas decide registrar el rancho. Una vez ahi, hallan lo que ya se esperaban, unos ciento diez kilos de marihuan, pero había algo mas, algo que no se esperaban. En el interior de la casa había un caldero de hierro que emitía un hedor pestilente. Al revisar el interior, cubierto de sangre seca, hallaron un cerebro humano, colillas de cigarros, 40 botellas vacías de aguardiente, machetes, ajos y una tortuga asada. No solo eso, alrededor de la casa encontraron una fosa común con doce cadáveres descuartizados, a los que les habían extirpado el corazón y el cerebro, probablemente en alguno de los rituales previamente mencionados. Entre los cadavaeres estaba el de Marhak Kilroy, un estudiante de medicina desaparecido en marzo de 1989 al que habían amputado las dos piernas y extirpado el cerebro, y con parte de cuya columna vertebral el líder del grupo se había fabricado un alfiler de corbata que le servía de amuleto.
La policía detiene en ese mismo instante a los habitantes de la casa quienes señalan a Adolfo de Jesus Constanzo, "el Padrino", de veintisiete años de edad como el lider de la secta.
Todo comienza en1980, cuando Constanzo comienza a vender sus servicios como mayombero en Miami, trasladándose posteriormente a México en donde tiene un gran éxito con sus trabajos de magia negra. Su excelente reputación entre las altas esferas le sería debida a los poderes mágicos que le eran atribuidos, al misterio que continuamente le rodeaba y a su carismática personalidad.Los rituales de purificación, o limpias, y de protección, le proporcionan de ocho mil a cuarenta mil dólares entre sus clientes, la mayoría, importantes personalidades americanas.Ávido por obtener más poder comienza a efectuar sacrificios en sus rituales, para dar mayor sensacionalismo y espectáculo, siempre ayudado por una joven que se convertiría en su musa y amante, la estudiante de veinticuatro años Sara Aldrete.
Sara se convierte en gran sacerdotisa del culto y participa activamente en todas las sangrientas ceremonias.Adolfo convence a su gente de que si siguen al pie de la letra lo que él les dice seran invencibles. Dentro de un caldero había que mezclar sangre, miembros humanos mutilado y algunos ingredientes secretos. De preferencia debería de incluir algun o algunos cerebros humanos. Pero no cualquier cerebro, el de algun asesino o maniaco siempre funcionaría mejor. La víctima debería ser blanca, ya que los hombres blancos son mas influenciables y ésto es crucial para el futuro control del alma del difunto.
Para terminar, los participantes beben el contenido del caldero.
Finalmente, el 6 de mayo son descubiertos en el Distrito Federal. Atricherados en un edificio ubicado en la calle de Sena comíenzan a intercambiar disparos con la policía.Constanzo, acorralado y desesperado, ordena un suicidio colectivo. Solamente tres personas sobreviven, entre ellas Sara Aldrete.
Según las aterradoras declaraciones de Sara, ella misma llegó a torturar a algunas víctimas, entre ellas Gilbert Sosa, un traficante de drogas. Delante de los demás miembros del culto ordenó que se le colgase del cuello, con las manos libres para que pudiese sobrevivir agarrándose a la cuerda. Luego lo sumergió en un barril de agua hirviendo, mientras le arrancaba los pezones con unas tijeras.
Confesaría además otros crímenes brutales, como en el que uno de los miembros de la secta mantiene a la víctima con vida después de haberle cortado el pene, las piernas y los dedos de las manos. Le abre el pecho de un machetazo y le agarra el corazón sin desprenderlo, lo muerde a dentelladas mientras el moribundo lo mira agonizante.Más tarde negaría su participación en los desquiciados rituales, asegurando que el Padrino la retuvo contra su voluntad al haberse descubierto la matanza de Matamoros.
Sara sigue cumpliendo una condena de 50 años de carcel por homicidio.

grandes miedos de la humanidad

El hombre del saco






El hombre del saco, protagonista de nuestras peores pesadillas infatiles, efectivamente existió en la realidad. Su nombre era Franciso Leona, un español, completamente desquiciado y que asesinaba niños y los metía en un saco.El asesino detrás del curanderoFrancisco Leona vivió en Gádor un municipio ubicado en Almería, en Andalucía, España, a principios del siglo XX. Si bien oficialmente era barbero, este hombre también ejercía como curandero.Según cuenta la historia, un día Francisco Ortega, apodado también como “el Moruno” estaba gravemente enfermo de tuberculosis, y como ningún medicamento le había hecho efecto, decidió acudir en busca de la ayuda de una curandera. Fue así que llegó hasta Agustina Rodríguez, sin embargo, esta mujer, al darse cuenta que no sabía cómo abordar el caso, mandó a Francisco a hablar con Leona.Y resulta que Leona, quien ya tenía antecedentes criminales, a cambio de una cierta cantidad de dinero, le entregó su remedio más preciado: sangre de niños. De acuerdo a su particular tratamiento, la única forma que había para sanarse era bebiendo este líquido vital de infantes sanos, pero la gracia era que fuera fresca, es decir recién extraída del cuerpo.Como Ortega estaba desesperado por sanarse, accedió a esta locura, es por esto que Leona le ofreció encargarse de conseguir a un niño adecuado para la “sanación”. Ahora, el modo operandi de este hombre, no era llegar y asesinar a cualquier infante, ya que eso podría ser un acto criminal más fácil de investigar, por lo raptaba a algún niño perdido, así su desaparición pasaba más desapercibida.En esta oportunidad para facilitar la tarea, le encomendó a Julio Hernández, el hijo de la curandera Agustina, que lo ayudara. Luego de buscar y buscar, encontraron a un pequeño e inocente candidato perfecto para dar rienda suelta al escalofriante ritual.El ritual sangrientoFue en la tarde del 28 de junio de 1910 que Leona y Julio secuestraron a un niño llamado Bernardo González Parra, de tan sólo siete años que se había perdido, Leona, sin piedad alguna tomó al infante de sorpresa y lo metió a un saco, así como tantas veces ya lo había hecho con otros.Tras este acto, fue a avisarle a Ortega que había encontrado al niño perfecto para su sanación, tras esto, el hombre se devolvió a su casa tranquilamente, donde lo esperaba una contundente cena prepara por su esposa Elena, que no estaba al tanto de los actos criminales de su marido.Horas más tarde, Leona junto a Julio se reunieron con Ortega en una casa abandonada y sacaron del saco al niño Bernardo que a estas alturas estaba medio aturdido. Tras colocarlo sobre una mesa, Leona le realizó un corte en la axila, donde le extrajo la sangre en un vaso. Acto seguido, Ortega, pensando que era parte de su curación, bebió del líquido del niño que a su vez gritaba horrorizado por lo que le estaban haciendo. Sin embargo, esto era tan sólo el principio del horror que vendría después.Julio en un acto de salvajismo, tomó una piedra y golpeó la cara del niño hasta darle muerte a éste. Luego de esto, Leona le abrió el vientre al pequeño Bernardo para extraerla la mayor cantidad de grasa para dársela de comer a Ortega, quien obedeció a todos las órdenes del este barbero.Una vez concluido este macabro ritual, Julio y Leona ocultaron el cuerpo en un lugar que se conocía como Las Pocicas, tapando al niño con hierbas y piedras, pero sin enterrarlo.Pero fue después de este episodio, que Leona comete el error que más tarde lo llevaría a ser apresado por todos sus crímenes. Fin del hombre del sacoResulta que Leona le había prometido a Julio un porcentaje por el secuestro del niño, sin embargo, finalmente no le pagó nada, lo que hizo que el hijo de la curandera se enojara a tal punto que fue donde la Guardia Civil y contó que había encontrado por casualidad el cuerpo de un niño con el cráneo destrozado.Como, ya se rumoreaba que Leona era el autor de varios asesinatos de niños, de inmediato la policía lo apresó como principal sospechoso del crimen, sin embargo éste culpó a Julio de ser el autor del delito.Finalmente los dos hombres confesaron que eran autores del crimen y la policía se encargó de investigar que Leona era el autor de cientos de asesinatos de niños a quienes metía un saco para luego matarlos.Si bien Leona fue sentenciado a muerte, finalmente murió en la cárcel, Ortega, así como la curandera Agustina fueron ejecutados ¿Y Julio? Si bien fue condenado a morir, finalmente fue indultado, ya que fue declarado demente.

francisco leona el hombre del saco o el sacamantecas
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grandes directores alternativos

Seijun Suzuki




Seijun Suzuki, cuyo nombre de nacimiento es Seitaro Suzuki, nació en Mayo de 1924. De joven suspendió el examen de acceso al Centro de Estudios del Ministerio de Agricultura por sus bajas notas en ciencias y a raíz de eso asistió a un pequeño colegio en la prefectura de Akita hasta que fue llamado a filas para el servicio militar. Al enrolarse estallaría la guerra y Seijun Suzuki la vivió de primera mano en la Marina, sirviendo en diversos buques, uno de ellos hundido por un submarino. De regreso a Japón, en 1946, ingresó en el departamento cinematográfico de la Academia Kamakura y superó las pruebas de acceso para los estudios Shochiku, allí trabajaría de asistente de dirección para directores como Noboru Nakamura. Tras su periplo en la asistencia recalaría en la Nikkatsu en 1954.




Las principales producciones de la Nikkatsu durante los 60 se centraban en violentos Yakuza Eiga y cintas criminales y el comienzo de las que serían cintas predominantes durante los 70, el porno suave del Pinku Eiga o las excentricidades del Ero-Gro. Suzuki pronto demostró su adaptación a las férreas normas del estudio y produciría cintas de una manera masiva. En los 15 años que trabajó para la productora realizó en torno a 40 películas, comenzando por la que sería su primera cinta como director, “Harbour Toast: Victory Is in Our Grasp” (1956).
Su película de 1958 “Beauty of the Underworld” sería la primera en la que el director firmaría con su nombre artístico “Seijun Suzuki”. Ya 1963 comienza a demostrar su aburrimiento de la cadena de producción en masa de la Nikkatsu y empieza a reivindicarse a si mismo con la cinta “Youth of the Beast”. A partir de esta excéntrica y curiosa película Suzuki haría cada vez más hincapié en los elementos mas absurdos del género y el artificio de la ficción cinematográfica.
Esta nueva rebelión del director no fue recibida con buenos ojos por los ejecutivos del estudio. En 1966, después de varias llamadas de atención sobre sus últimos trabajos, Suzuki crea “Tokyo Difter” en aparente desafío a las normas establecidas. Esta película es el Yakuza reducido al absurdo, conservando tan solo la justa coherencia narrativa. Todo un despliegue de estética pop-art y descabellados efectos cinematográficos. Sin embargo, y contra todo pronóstico, la película impacta, emociona y entretiene.
Su cinta de 1976 “Branded to Kill” fue la gota que colmó el vaso. La película fue tan recargada, nihilista y extraña que levanto las iras del presidente del estudio Hori Kyusaku. Hoy en día, “Branded to Kill” y “Tokyo Drifter” son consideradas las grandes obras maestras del director. Tras su salida del estudio, Suzuki permaneció en la lista negra del cine, viéndose forzado a refugiarse en la televisión durante la siguiente década. Durante esos años, la industria del cine japonés comenzó a declinar y el antiguo sistema de rígidos estudio se derrumbó.
En 1977 Seijun Suzuki vuelve a la gran pantalla con “A Tale of Sorrow and Sadness”, pero no sería hasta 1980 cuando produce una de sus mas premiadas películas, “Zigeunerweisen”, la primera de su “Taisho Trilogy”, un inquietante y grotesca película sobre la identidad en la década de 1920, cuando Japón comenzó a adoptar la cultura occidental. Esta película ganó una mención especial en el Festival de Cine de Berlín de 1981, además del Japanese Film Award, el Blue Ribbon y el Kinema Jumpo, en definitiva casi todos los premios japoneses. Además sería elegida como el mejor film japonés de la década de los 80 por la crítica.
Después de completar “Kagero-za” (1981) y “Yumeji” (1985), los dos últimos capítulos del “Taisho Trilogy”, Suzuki abandona casi definitivamente su carrera cinematográfica, a pesar de que sigue realizando piezas para la televisión. Antes de esto incluso se atrevería con el mundo de la animación, dirigiendo algunos capítulos en la tercera parte de la saga de Lupin III, además de la película “Lupin III: The Golden Legend of Babylon”. En 1988, el Festival de Cine de Edimburgo, presentó la primera retrospectiva occidental sobre el director.
Ya en el nuevo milenio Seijun Suzuki sigue realizando esporádicas películas que lo mantienen en el candelero. “Pistol Opera” (2001), que ganaría el premio FIPRESCI en el festival australiano de Brisbane, y “Princess Racoon” (2005) son sus últimas producciones hasta la fecha.
La carrera cinematográfica de Seijun Suzuki se divide en dos partes muy diferenciadas. Desde mediados de los 50 hasta finales de los 60 fue director de películas de género “en serie” para los estudios Nikkatsu. En este ambiente aparentemente hostil para un director, Suzuki realizó algunas de las mas curiosas, nihilistas y brillantes películas de gangster, Yakuza Eiga, que nunca antes se habían llevado a la gran pantalla. Ya durante los años 80 Suzuki se reinventa a si mismo como un reconocido realizador de cine de autor que recibió numerosos premios y elogios de la crítica. En sus 2 facetas, sus 2 caras, Suzuki ha sido considerado de los personajes mas influyentes del cine de su época.


sábado, 8 de agosto de 2009

Poema

Aullido



AULLIDO
por Allen Ginsberg
traducción de Rodrigo Olavarría
Para Carl SalomónI

Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura,
hambrientas histéricas desnudas,
arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo,
hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna
que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría,
flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz,
que desnudaron sus cerebros ante el cielo bajo el El y vieron ángeles mahometanos tambaleándose sobre techos iluminados,
que pasaron por las universidades con radiantes ojos imperturbables alucinando Arkansas
y tragedia en la luz de Blake entre los maestros de la guerra,
que fueron expulsados de las academias por locos
y por publicar odas obscenas en las ventanas de la calavera,
que se acurrucaron en ropa interior en habitaciones sin afeitar,
quemando su dinero en papeleras y escuchando al Terror a través del muro,
que fueron arrestados por sus barbas púbicas regresando por Laredo con un cinturón de marihuana hacia Nueva York,
que comieron fuego en hoteles de pintura o bebieron trementina en Paradise Alley,
muerte, o sometieron sus torsos a un purgatorio noche tras noche,
con sueños, con drogas, con pesadillas que despiertan, alcohol y verga y bailes sin fin,
incomparables callejones de temblorosa nube y relámpago en la mente saltando hacia los polos de Canadá y Paterson,
iluminando todo el inmóvil mundo del intertiempo,
realidades de salones de Peyote, amaneceres de cementerio de árbol verde en el patio trasero,
borrachera de vino sobre los tejados,
barrios de escaparate de paseos drogados
luz de tráfico de neón parpadeante, vibraciones de sol, luna y árbol en los rugientes atardeceres invernales de Brooklyn,
desvaríos de cenicero y bondadosa luz reina de la mente,
que se encadenaron a los subterráneos para el interminable viaje desde Battery al santo Bronx
en benzedrina hasta que el ruido de ruedas y niños los hizo caer temblando con la boca desvencijada
y golpeados yermos de cerebro completamente drenados de brillo bajo la lúgubre luz del Zoológico,
que se hundieron toda la noche en la submarina luz de Bickford salían flotando y se sentaban a lo largo de tardes de cerveza desvanecida en el desolado Fugazzi’s,
escuchando el crujir del Apocalipsis en el jukebox de hidrógeno,
que hablaron sin parar por setenta horas del parque al departamento al bar a Bellevue al museo al puente de Brooklyn,
un batallón perdido de conversadores platónicos saltando desde las barandas de salidas de incendio desde ventanas desde el Empire State desde la luna,
parloteando gritando vomitando susurrando hechos y memorias y anécdotas y excitaciones del globo ocular y shocks de hospitales y cárceles y guerras,
intelectos enteros expulsados en recuerdo de todo por siete días y noches con ojos brillantes, carne para la sinagoga arrojada en el pavimento,que se desvanecieron en la nada Zen Nueva Jersey dejando un rastro de ambiguas postales del Atlantic City Hall,
sufriendo sudores orientales y crujidos de huesos tangerinos y migrañas de la china con síndrome de abstinencia en un pobremente amoblado cuarto de Newark,
que vagaron por ahí y por ahí a medianoche en los patios de ferrocarriles preguntándose dónde ir, y se iban, sin dejar corazones rotos,
que encendieron cigarrillos en furgones furgones furgones haciendo ruido a través de la nieve hacia granjas solitarias en la abuela noche,
que estudiaron a Plotino Poe San Juan de la Cruz telepatía bop kabbalah porque el cosmos instintivamente vibraba a sus pies en Kansas,
que vagaron solos por las calles de Idaho buscando ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios visionarios,
que pensaron que tan sólo estaban locos cuando Baltimore refulgió en un éxtasis sobrenatural,
que subieron en limosinas con el chino de Oklahoma impulsados por la lluvia de pueblo luz de calle en la medianoche invernal,
que vagaron hambrientos y solitarios en Houston en busca de jazz o sexo o sopa, y siguieron al brillante Español para conversar sobre América y la Eternidad,
una tarea inútil y así se embarcaron hacia África,
que desaparecieron en los volcanes de México dejando atrás nada sino la sombra de jeans y la lava y la ceniza de la poesía esparcida en la chimenea Chicago,
que reaparecieron en la costa oeste investigando al F.B.I. con barba y pantalones cortos con grandes ojos pacifistas sensuales en su oscura piel repartiendo incomprensibles panfletos,
que se quemaron los brazos con cigarrillos protestando por la neblina narcótica del tabaco del Capitalismo,
que distribuyeron panfletos supercomunistas en Union Square sollozando y desnudándose mientras las sirenas de Los Álamos aullaban por ellos y aullaban por la calle Wall, y el ferry de Staten Island también aullaba,
que se derrumbaron llorando en gimnasios blancos desnudos y temblando ante la maquinaria de otros esqueletos,
que mordieron detectives en el cuello y chillaron con deleite en autos de policías por no cometer más crimen que su propia salvaje pederastia e intoxicación,
que aullaron de rodillas en el subterráneo y eran arrastrados por los tejados blandiendo genitales y manuscritos,
que se dejaron follar por el culo por santos motociclistas, y gritaban de gozo,
que mamaron y fueron mamados por esos serafines humanos, los marinos, caricias de amor Atlántico y Caribeño,
que follaron en la mañana en las tardes en rosales y en el pasto de parques públicos y cementerios repartiendo su semen libremente a quien quisiera venir,
que hiparon interminablemente tratando de reír pero terminaron con un llanto tras la partición de un baño turco cuando el blanco y desnudo ángel vino para atravesarlos con una espada,
que perdieron sus efebos por las tres viejas arpías del destino la arpía tuerta del dólar heterosexual la arpía tuerta que guiña el ojo fuera del vientre y la arpía tuerta que no hace más que sentarse en su culo y cortar las hebras intelectuales doradas del telar del artesano,
que copularon extáticos e insaciables con una botella de cerveza un amorcito un paquete de cigarrillos una vela y se cayeron de la cama, y continuaron por el suelo y por el pasillo y terminaron desmayándose en el muro con una visión del coño supremo y eyacularon eludiendo el último hálito de conciencia,
que endulzaron los coños de un millón de muchachas estremeciéndose en el crepúsculo, y tenían los ojos rojos en las mañanas pero estaban preparados para endulzar el coño del amanecer, resplandecientes nalgas bajo graneros y desnudos en el lago,
que salieron de putas por Colorado en miríadas de autos robados por una noche, N.C. héroe secreto de estos poemas, follador y Adonis de Denver -regocijémonos con el recuerdo de sus innumerables jodiendas de muchachas en solares vacíos y patios traseros de restaurantes, en desvencijados asientos de cines, en cimas de montañas, en cuevas o con demacradas camareras en familiares solitarios levantamientos de enaguas y especialmente secretos solipsismos en baños de gasolineras y también en callejones de la ciudad natal,
que se desvanecieron en vastas y sórdidas películas, eran cambiados en sueños, despertaban en un súbito Manhattan y se levantaron en sótanos con resacas de despiadado Tokai y horrores de sueños de hierro de la tercera avenida y se tambalearon hacia las oficinas de desempleo,
que caminaron toda la noche con los zapatos llenos de sangre sobre los bancos de nieve en los muelles esperando que una puerta se abriera en el East River hacia una habitación llena de vapor caliente y opio,
que crearon grandes dramas suicidas en los farellones de los departamentos del Hudson bajo el foco azul de la luna durante la guerra y sus cabezas serán coronadas de laurel y olvido,
que comieron estofado de cordero de la imaginación o digirieron el cangrejo en el lodoso fondo de los ríos de Bowery,
que lloraron ante el romance de las calles con sus carritos llenos de cebollas y mala música.

viernes, 7 de agosto de 2009

Grandes cuentistas

Julio ramón Ribeyro



Un empleado mediocre se emborracha una noche con su jefe. Entre los vapores del alcohol, se hacen grandes amigos, se juran fidelidad, se prometen hermandad eterna. El empleado se siente valorado, gratificado. Pero al día siguiente, cuando llega al trabajo y saluda confiadamente a su nuevo compañero, el jefe apenas recuerda su nombre.


Un hombre que deambula por el malecón entra en un bar y traba conversación con la camarera. Entre copas y bromas, coquetean. Al final de la noche, ella le pide que lo ayude a cerrar el local. Él carga las pesadas sillas pensando que tiene asegurada una cama caliente para paliar su soledad. Pero después de cerrar, ella lo deja fuera, solo, abandonado a la fría y húmeda intemperie.


Esos son dos argumentos de Julio Ramón Ribeyro, sin duda el cuentista peruano más importante del siglo XX. En una época en que la novela latinoamericana engordaba, rompía los moldes y desbordaba los límites del lenguaje, Ribeyro se convirtió en un observador de lo cotidiano, de los pequeños gestos, del gris habitual de la existencia. Por eso, el género que más cultivó –y el que mejor se adecuaba a su sensibilidad– era el cuento, en el que prima la sencillez narrativa y los detalles adquieren un valor mucho mayor que en la vorágine de la novela. Y también por eso despreciaba “la ostentación literaria de muchos escritores latinoamericanos. Su complejo de proceder de zonas periféricas, subdesarrolladas, su temor a que los tomen por incultos [...] Aspecto nuevo rico de sus obras: palacetes heteróclitos, monstruosos, recargados […] Su propio brillo los desluce.”



aquí un fragmento Donde el escritor Vila-Matas nos cuenta su encuentro con el genial cuentista peruano.


Lo más probable es que las galeradas que a finales del 74 transporté de Barcelona a París fueron las de Prosas apátridas, artefacto literario que con el tiempo se convertiría en uno de mis libros favoritos. Beatriz de Moura, su editora en España, me dijo que ya que iba a París pasara por la casa del peruano Julio Ramón Ribeyro y le entregara esas galeradas. Creo que no había oído hablar nunca de Ribeyro, pero la misión que me habían encargado me la tomé muy en serio, como si fuera la primera responsabilidad que tenía en mi vida. Busqué al llegar a París la dirección de metro más cercana a la plaza Falguière y emprendí un largo viaje hasta la casa del escritor. Subí por una empinada escalera, llamé al timbre y Ribeyro, que estaba jugando con su hijo en el recibidor de la casa, abrió esa puerta en el acto. Yo era muy tímido. Ribeyro, por lo visto, también. "Le traigo esto", dije. Luego he sabido, por su diario personal —La tentación del fracaso, acaba de publicar Seix Barral en España este extraordinario documento, un gran libro—, que para Ribeyro había un paralelismo entre la actividad de su hijo y la suya, entre el juego y la escritura: "El estado de ánimo que a mi hijo le conduce a los juguetes es similar al que me sienta frente a mi máquina. Insatisfacción, aburrimiento, deseo de ceder la palabra al otro o los otros que hay en nosotros mismos..."Ribeyro cogió las galeradas y me observó en silencio. Era alto y enjuto, me pareció que de ambigua fragilidad. "De parte de Beatriz", añadí bastante nervioso. En los segundos que siguieron estuve esperando a que él dijera algo. Cuando me pareció que iba a decirlo, huí de allí, y lo hice a causa del pánico que mi timidez y la suya habían provocado en mí. Bajé a gran velocidad las escaleras y cuando me hallaba ya en la primera planta y sentía que iba a alcanzar pronto el aire fresco y liberador de la calle, oí de repente la voz del escritor llegando, amortiguada por la risa feliz de su hijo, desde lo alto del hueco de la lúgubre escalera.—Sosiéguese —oí perfectamente que me decía.Es paradójico. Ha pasado el tiempo y ese tímido, fugaz y frío encuentro lo recuerdo muy cálido. Ignoro de dónde viene ese calor que llega de tan lejos y llega tanto tiempo después. El caso es que el peruano tímido que aquel día me aconsejó sosegarme era alguien que, andando por el bulevar Saint-Michel, se daba cuenta de que su marcha determinaba no sólo la de las personas que venían inmediatamente hacia él —y que tenían que esquivarle— sino la de aquellas que se encontraban cinco, diez, o cien manzanas más lejos. Bastaba que él modificara su andar o que se detuviera ante un escaparate para que toda la circulación de peatones sufriera de inmediato una modificación en apariencia mínima, pero cuyas repercusiones eran literalmente infinitas. Un movimiento de aceleración o de retraso podía determinar que a cinco o diez manzanas de allí, un peatón perdiera la luz verde y tuviera que esperarse o fuera atropellado por un coche. Pero también se daba cuenta de que a su vez su marcha estaba determinada por la de las personas con las que se cruzaba o tropezaba, y vio que en realidad si él en parte dirigía, también era dirigido.Conoció muchos días de lluvia, muchos días extraños. Se pasó la mitad de su vida —tal como cuenta Santiago Gamboa en su prólogo al diario— sentado en las terrazas de los cafés, sobre todo cuando estaba en París, mirando a la gente a la que luego en cuerpo y alma trasladaba a sus extraordinarios cuentos en torno a personajes desdichados, sin energía, individualistas, marginados, solitarios hallados en los bulevares periféricos de la vida. También había espiado en Múnich, cuando vivió en esa ciudad una larga temporada, pero ahí de una forma angustiosa: "Aniquilado. Cerca de un mes que no recibo cartas ni de casa, ni de C., ni de París. He pasado toda la semana con la cara pegada a la ventana, espiando la evolución del cartero. El tiempo ha cambiado. Llueve".Solitario con amores, hombre de ambigua fragilidad y de cara pegada a una ventana, hombre que colaboraba con su andar errante en la modificación del tránsito en los bulevares, Ribeyro sentía la tentación del fracaso, lo que le llevaba a una sensación continua de descontento y a una dura interrogación sobre si lo que estaba escribiendo tenía valor. Y al mismo tiempo a un furioso deseo de no realizar una obra maestra, por temor a que le condenara a no hacer nada más, algo que no habría podido soportar nunca, pues —tal como dice en su diario— sólo se sentía bien cuando escribía.Náufrago de sí mismo, vivió en el temor a la obra perfecta mientras se preguntaba si tenía valor lo que escribía. Y de este contradictorio y artístico desasosiego es testigo el magistral diario que ahora se publica, un diario de fatigas de esa frágil y al mismo tiempo poderosa figura que fue Ribeyro, especialista en llegar sin avisar, como ha ocurrido ahora con la publicación de las páginas de su diario: escritor capaz de quedarse quieto y descarriado en la terraza de un café y al mismo tiempo moverse por los bulevares modificando el ritmo del mundo. Ribeyro, tímido y genial al mismo tiempo. Y, como él mismo decía, hombre descarriado por la soledad. Nada se aprende de la soledad, opinaba Brecht. Pero, ¿podría también decirse que nada se crea en el estudio del solitario? No hay duda de que la soledad creó el diario de Ribeyro. Una soledad, como el diario, muy grande. Y es que ella siempre tiene mucho sitio en su casa, es muy hospitalaria. Todos sabemos que la soledad no es sólo espiar al cartero. ~




Espumante en el sótano


Aníbal se detuvo un momento ante la fachada del Ministerio de Educación y contempló, conmovido, los veintidós pisos de ese edificio de concreto y vidrio. Los ómnibus que pasaban rugiendo por la avenida Abancay le impidieron hacer la menos invocación nostálgica y, limitándose a emitir un suspiro, penetró rápidamente por la puerta principal.A pesar de ser las nueve y media de la mañana, el gran hall de la entrada estaba atestado de gente que hacía cola delante de los ascensores. Aníbal cruzó el tumulto, tomó un pasadizo lateral, y en lugar de coger alguna de las escaleras que daban a las luminosas oficinas de los altos, desapareció por una especie de escotilla que comunicaba al sótano.— ¡Ya llegó el hombre! – exclamó, entrando en una habitación cuadrangular, donde tres empleados se dedicaban a clasificar documentos. Pero ni Rojas ni Pinilla ni Calmet levantaron la cara.— ¿Sabes lo que es el occipucio? – Preguntaba Rojas.— ¿Occipucio? Tu madre, por si acaso – Respondió Calmet.— Gentuza – dijo Aníbal —. No saben ni saludar.Solo en ese momento sus tres colegas se percataron que Aníbal Hernández llevaba un termo azul cruzado, un paquete en la mano derecha y dos botellas envueltas en papel celofán, apretadas contra el corazón.— Mira, se nos vuelve a casar el viejo – dijo Pinilla.— Yo diría que es su santo – agregó Rojas.— Nada de eso – protestó Aníbal —. Óiganlo bien: hoy, primero de abril, cumplo veinticinco años en el Ministerio.— ¿Veinticinco años? Ya debes ir pensando en jubilarte – dijo Calmet —. Pero la jubilación completa. La del cajón con cuatro cintas.— Más respeto – dijo Aníbal —.Mi padre me enseñó a entrar en palacio y en choza. Tengo boca para todo gentuza.La puerta se abrió en ese momento y por las escaleras descendió un hombre canoso, con anteojos.— ¿Están listas las copias? El secretario del Ministerio las necesita para las diez.— Buenos días, señor Gómez – dijeron los empleados —. Allí se las hemos dejado al señor Hernández para que las empareje.Aníbal se acercó al recién llegado, haciéndole una reverencia.— Señor Gómez, sería para mí un honor que usted se dignase hacerse presente...— ¿Y las copias?— Justamente, las copias, pero sucede que hoy hace exactamente veinticinco años que...— Vea, Hernández, hágame antes esas copias y después hablaremos.Sin decir más, se retiró. Aníbal quedó mirando la puerta mientras sus tres compañeros se echaban a reír.— ¿Es verdad entonces? – preguntó Calmet.— Es un trabajo urgente, viejo – intervino Pinilla.— ¿Y cuándo le he corrido yo al trabajo? – se quejó Aníbal —. Si hoy me he retrasado es por ir a comprar las empanadas y el champán. Todo para invitar a los amigos. Y no sigas hablando que te pongo la pata de chalina.Empujando una puerta con el pie, penetró en la habitación contigua, minúsculo reducto donde apenas cabia una mesa en la cual dejó sus paquetes, junto a la guillotina para cortar papel. La luz penetraba por una alta ventana que daba a la avenida Abancay. Por ella se veían durante el día, zapatos, bastas de pantalón, de vez en cuando algún perro que se detenía ante el tragaluz como para espiar el interior y terminaba por levantar una pata para mear con dignidad.— Siempre lo he dicho – rezongó —. En palacio y en choza. Pero eso sí, el que me busca me encuentra.Quitándose el saco, lo colgó cuidadosamente en un gancho y se puso un mandil negro. En la mesa había ya un alto de copias fotostáticas. Acecándose a la guillotina, empezó su trabajo de verdugo. Al poco rato Pinilla asomó.— Dame las cincuenta primeras para llevárselas al jefe.— Yo se las voy a llevar – dijo Aníbal —. Y oye bien lo que te voy a decir: cuando tú y los otros eran niños de teta, yo trabajaba ya en el Ministerio. Pero no en este edificio, era una casa vieja del centro. En esa época...— Ya sé, ya sé, las copias.— No sabes. Y si lo sabes. Es bueno que te lo repita. En esa época yo era jefe del servicio de Almacenamiento.— ¿Han oído? – preguntó Pinilla volviéndose hacia sus dos colegas.— Si – contestó Calmet —. Era jefe del Servicio de Almacenamiento. Pero cambió el gobierno y tuvo que cambiar de piso. De arriba a abajo. Mira, aquí hay cien papeles más para cortar, en el orden en el que están.— Oye tú, Calmet, hijo de la gran... bretaña. Tú tienes sólo dos años aquí. Estudiaste para abogado, ¿verdad? Para aboasto no seria. Pues te voy a decir algo más: Gómez, nuestro jefe, entró junto conmigo. Claro, ahora ha trepado. Ahora es un señor, ¿no?.— Las copias y menos labia.Aníbal cogió las copias emparejadas y se dirigió hacia la escalera.— Y todavía hay una cosa: el Director de Educación Secundaria, don Paúl Escobedo, ¿lo conocen? Seguramente ni le han visto el peinado. Don Paúl Escobedo vendrá a tomar una copa conmigo. Ahora lo voy a invitar, lo mismo que a Gómez.— ¿Y porqué no al ministro?— preguntó Rojas pero ya Aníbal se lanzaba por las escaleras para llevar las copias a su jefe.Gómez lo recibió serio:— Esas copias me urgen, Aníbal. No quise decírtelo delante de tus compañeros pero tengo la impresión que hoy llegaste con bastante retraso.— Señor Gómez, he traído unas botellitas para festejar mis veinticinco años de servicio. Espero que no me va a desairar. Allá las he dejado en el sótano. ¡Ya tenemos veinticinco años aquí!— Es verdad – dijo Gómez.— Irán todos los muchachos del servicio de fotografías, los miembros de la Asociación de Empleados y don Paúl Escobedo.— ¿Escobedo? – preguntó Gómez —. ¿El director?— Hace diez años trabajamos juntos en la Mesa de Partes. Después él ascendió. Tú estabas en provincia en esa época.— Está bien, iré. ¿A qué hora?— A golpe de doce, para no interrumpir el servicio.En lugar de bajar a su oficina, Aníbal aprovechó que un ascensor se detenía para colarse.— Al veintavo, García – dijo al ascensorista y acercándose a su oído agregó —: Vente a la oficina de copias fotostáticas a mediodía. Cumplo veinticinco años de servicio. Habrá champán.En la puerta del despacho del director Escobedo, un ujier lo detuvo.— ¿Tiene cita?— ¿No me ve con mandil? Es por un asunto de servicio.Pero salvado este primer escollo, tropezó con una secretaria que se limitó a señalarle la sala de espera atestada.— Hay once personas antes que usted.Aníbal vacilaba entre irse o esperar, cuando la puerta del director se abrió y don Paúl Escobedo asomó conversando con un señor, al que acompañó hasta el pasillo.— Por supuesto, señor diputado – dijo, retornando a su despacho.Aníbal lo interceptó.— Paúl un asintió.— Pero bueno, Hernández, ¿qué se te ofrece?— Fíjate, Paúl, una cosita de nada.— Espera, ven por acá.El director lo condujo hasta el pasillo.— Tú sabes. Mis obligaciones...Aníbal le repitió el discurso que había repetido ante el señor Gómez.— ¡En los líos que me metes, caramba!— No me dejes plantado, Paúl, acuérdate de las viejas épocas.— Iré, pero eso sí, sólo un minuto. Tenemos una reunión de directores, luego un almuerzo.Aníbal agradeció y salió disparado hacia su oficina. Allí sus tres colegas lo esperaban coléricos.— ¿Así que en la esquina, tomándose un cordial? ¿Sabes que han mandado tres veces por las copias?— Toquen esta mano – dijo Aníbal —. Huélanla, denle una lamidita, zambos. Me la ha apretado en director. ¡Ah, pobres diablos! No saben ustedes con quién trabajan.Poco antes del medio día, después de haber emparejado quinientas copias, Aníbal se dio cuenta que no tenía copas. Cambiando su mandil por su saco cruzado, corrió a la calle. En la chingana de la esquina se tomó una leche con coñac y le explicó su problema al patrón.— Tranquilo, don Aníbal. Un amigo es un amigo. ¿Cuántas necesita?Con veinticuatro copas en una caja de cartón, volvió a la oficina. Allí encontró al ascensorista y a tres empleados de la Asociación. Sus colegas, después de poner un poco de orden, habían retirado de una mesa todos los implementos de trabajo para que sirviera de buffet.Aníbal dispuso encima de ella las empanadas, las copas y las botellas de champán, mientras por las escaleras seguían llegando invitados. Pronto la habitación estuvo repleta de gente. Como no había suficientes ceniceros echaban la ceniza al suelo. Aníbal notó que los presentes miraban con insistencia las botellas.— Hace calor – decía alguien.Como las alusiones se hacían cada vez más clamorosas, no le quedó más remedio que descorchar su primera botella, sin esperar la llegada de sus superiores.— Aníbal se ha rajado con su champán – decía Pinilla.— Ojalá que todos los días cumpla bordas de plata.Aníbal pasó las empanadas en un portapapeles, pero a mitad de su recorrido las empanadas se acabaron.— Excusas – dijo —. Uno siempre se queda corto.Por atrás alguien murmuró:— Deben ser de la semana pasada. Ya me reventé el hígado.Temiendo que su segunda botella de champán se terminara, Aníbal sirvió apenas un dedo en cada copa. Éstas no alzanzaban.— Tomaremos por turnos – dijo Aníbal —. Democráticamente. ¿Nadie tiene miedo al contagio?— ¿Para eso me han hecho venir? – volvió a escucharse al fondo.Aníbal trató de identificar al bromista, pero sólo vio un centenar de rostros amables que sonreían.— ¿Qué esperamos para hacer el primer bindris? – preguntó Calmet —. Esto se me va a evaporar.Pero en ese momento el grupo se hendió para dejar paso al señor Gómez. Aníbal se precipitó hacia él para recibirlo y ofrecerle una copa más generosa.— ¿No ha venido el director Escobedo? – le preguntó en voz baja.— Ya no tarda – dijo Aníbal —. De todos modos haremos el primer brindis.Después de carraspear varias veces logró imponer un poco de silencio a su alrededor.— Señores – dijo —. Les agradezco que hayan venido, que se hayan dignado realzar su presencia en este modesto agapé. Levanto esta copa y les digo a todos los presentes: prosperidad y salud.Los salud que respondieron en coro ahogaron el comentario del bromista:— ¿Y con qué brindo? ¿Quieren que me chupe el dedo?Aníbal se apresuró a llenar las copas vacías que se acumulaban en la mesa y las repartió entre sus invitados. Al hacerlo, notó que estos se hallaban un poco cohibidos por la presencia del señor Gómez; no se atrevían a entablar una conversación general y preferían hacerlo por parejas, de modo que su reunión corría el riesgo de convertirse en una yuxtaposición de diálogos privados, sin armonía ni comunicación entre sí. Para relajar la atmósfera, empezó a relatar una historia graciosa que le había ocurrido hacía quince años, cuando el señor Gómez y él trabajaban juntos en el servicio de mensajeros. Pero para asombro suyo Gómez le interrumpió:— Debe de ser un error, señor Hernández, en esa época yo era secretario de la biblioteca.Algunos de los presentes rieron y otros, defraudados por la pobreza del trago, se aprestaron a retirarse con disimulo, cuando por las escaleras apareció el director Paúl Escobedo.— ¡Pero esto parece una asamblea de conspiradores! – exclamó, al encontrarse en el estrecho reducto —. Se diría que están tramando echar abajo el ministerio. ¿Qué tal, Aníbal? Vamos durando viejo. Es increíble que haya pasado, ¿cuánto dijiste?, casi un cuarto de siglo desde que entramos a trabajar. ¿Ustedes saben que el señor Hernández y yo fuimos colegas en la Mesa de Partes?.Aníbal destapó de inmediato su segunda botella, mientras el señor Gómez, rectificando un desfallecimiento de su memoria decía:— Ahora que me acuerdo, es cierto lo que decía antes, Aníbal, cuando estuvimos en el servicio de mensajeros...Aníbal llenó las copas de sus dos superiores, se sirvió para sí una hasta el borde y abandonó la botella al resto de los presentes.— ¡Ha servirse muchachos! Como en su casa.Los empleados se acercaron rápidamente a la mesa, formando un tumulto, y se repartieron el champán que quedaba entre bromas y disputas. Mientras Aníbal avanzaba hacia sus dos jefes con su copa en la mano se dio cuenta que al fin la reunión cuajaba. El director Escobedo se dirigía familiarmente a sus subalternos, tuteándolos, dándoles palmaditas en la espalda, mientras Gómez pugnaba por entablar con su jefe una conversación elevada.— Sin duda esto es un poco estrecho – decía —. Yo he elevado un memorándum al señor ministro en el que hablo del espacio vital.— Lo que sucede es que faltó previsión – respondió Escobedo —. Una participación como la nuestra necesita duplicar su presupuesto. Veremos si este año podemos hacer algo.— ¡Viva el señor director! – Exclamó Aníbal, sin poderse contener.Después de un momento de vacilación, los empleados respondieron en coro:— ¡Viva!— ¡Viva nuestro ministro!Los vivas se repitieron.— ¡Viva la Asociación de Empleados y su justa lucha por sus mejoras materiales! – gritó alguien a quien, por suerte, le había tocado tres ruedas de champán. Pero su arenga no encontró eco y las pocas respuestas que se articularon quedaron coaguladas en una mueca en la boca de sus gestores.— ¿Me permiten unas breves palabras? – dijo Aníbal, sorbiendo el corcho de su champán — . No se trata de un discurso. Yo he sido siempre un mal orador. Sólo unas palabras emocionadas de un hombre humilde.En el silencio que se hizo, alguien decía en el fondo de la pieza:— ¿Champán? ¡Esto es un infame espumante!Aníbal no oyó esto, pero sí al director Escobedo, que se apresuró a intervenir.— Nos agradaría mucho, Aníbal. Pero esto no es una ceremonia oficial. Estamos reunidos entre amigos sólo para beber una copa de champán en tu honor.— Solo dos palabras –insistió Aníbal —. Con el permiso de ustedes, quiero decirles algo que llevo aquí en el corazón; quiero decirles que tengo el orgullo, la honra, mejor dicho, el honor imperecedero, de haber trabajado veinticinco años aquí... Mi querida esposa, en paz descanse, quiero decir la primera, pues mis colegas saben que enviudé y contraje segundas nupcias, mi querida esposa siempre me dijo: Aníbal, lo más seguro es el ministerio. De allí no te muevas. Pase lo que pase. Con terremoto, con revolución. No ganarás mucho, pero al fin de mes tendrás tu paga fija, con que, con que...— Con que hacer un sancochado.— dijo alguien.— Eso – convino Aníbal —. Un sancochado. Yo le hice caso y me quedé, para felicidad mía. Mi trabajo lo he hecho siempre con toda voluntad, con todo cariño. Yo he servido a mi patria desde aquí. Yo no he tenido luces para ser un ingeniero, un ministro, un señorón de negocios, pero en mi oficina he tratado de dejar bien el nombre del país.— ¡Bravo! – gritó Calmet.— Es cierto que en una época estuve mejor. Fue durante el gobierno de nuestro ilustre presidente José Luis Bustamante, cuando era jefe del servicio del almacenamiento. Pero no e puedo quejar. Perdí mi rango, pero no perdí mi puesto. Además, ¿qué mayor recompensa para mí que contar ahora con la presencia del director don Paúl Escobedo y de nuestro jefe, señor Gómez?Algunos empleados aplaudieron.— No es para tanto – intervino Aníbal —. Aún no he terminado. Yo decía, ¿qué mayor orgullo para mí que contar con la presencia de tan notorios caballeros?. Pero no quiero tampoco dejar pasar la ocasión de recordar en estos momentos de emoción a tan buenos compañeros aquí presentes, como Aquilino Calmet, Juan Rojas, y Eusebio Pinilla, y a tantos otros que cambiaron de trabajo o pasaron por a mejor vida. A todos ellos va mi humilde, mi amistosa palabra.— Fíjate, Aníbal – intervino nuevamente Escobedo mirando su reloj —. Me vas a disculpar...— Ahora termino— prosiguió Aníbal —. A todos va mi humilde, mi amistosa palabra. Por eso es que, emocionado, levanto mi copa y digo: ése ha sido uno de los más bello días de mi vida. Aníbal Hernández, un hombre honrado, padre de seis hijos, se lo dice con toda sinceridad. Si tuviera que trabajar veinte años más acá, lo haría con gusto. Si volviera a nacer, también. Si Cristo recibiera en el Paraíso a un pobre pecador como yo y le preguntara, ¿qué quieres hacer?, yo le diría: trabajar en el servicio de copias del Ministerio de Educación. ¡Salud, compañeros!Aníbal levantó su copa entre los aplausos de los concurrentes. Fatalmente, a nadie le quedaba champán y todos se limitaron a hacer un brindis simbólico.— Muy bien, Aníbal; mis felicitaciones otra vez. Pero ahora me disculpas. Como te dije, tengo una serie de cosas por hacer.Saludando en bloque al resto de los empleados, se retiró deprisa, seguido de cerca por el señor Gómez. El resto fue desfilando ante Aníbal para estrecharle la mano y despedirse. En pocos segundos el sótano quedó vacío.Aníbal miró su reloj, comprobó que eran las doce y media y se precipitó a su reducto para pasarse por los zapatos una franela que guardaba en su armario. Su mujer le había dicho que no se demorara, pues le iba a preparar un buen almuerzo. Sería conveniente pasar por una bodega para llevar una botella de vino.Cuando se lanzaba por las escaleras, se detuvo en seco. En lo alto de ellas estaba el señor Gómez, inmóvil, con las manos en los bolsillos.— Todo está muy bien, Aníbal, pero esto no puede quedar así. Estarás de acuerdo en que la oficina parece un chiquero. ¿Me haces el favor?.Sacando una mano del bolsillo, hizo un gesto circular, como quien pasa un estropajo, y dando media vuelta desapareció.Aníbal, nuevamente solo, observó con atención su contorno: el suelo estaba lleno de colillas, de pedazos de empanada, de manchas de champán, de palitos de fósforos quemados, de fragmentos de una copa rota. Nada estaba en su sitio. No era solamente un sótano miserable y oscuro, sino – ahora lo notaba— una especie de celda, un lugar de expiación.— ¡Pero mi mujer me espera con el almuerzo! –se quejó en alta voz, mirando a lo alto de las escaleras. El señor Gómez había desaparecido. Quitándose el saco, se levantó las mangas de la camisa, se puso en cuatro pies y con una hoja de periódico comenzó a recoger la basura, gateando por debajo las mesas, sudando, diciéndose que si no fuera una caballero les pondría a todos la pata de chalina.(París, 1967)